2009-01-30

A 40 Años del Último Concierto. El Concierto de la Azotea.


El Último aplauso para los Beatles

Escrito Por: Arq. Hugo Antonio Hernández González


Alrededor de la hora del almuerzo el 30 de enero de 1969, un fragor hizo erupción en el cielo sobre el distrito central de Londres. Hombres de negocios en trajes grises, con expresiones yendo de la divertida curiosidad al disgusto, reunidos junto a adolescentes con minifalda mirando fijamente hacia la azotea del edificio Georgiano en Savile Row #3. Mientras los camarógrafos se arremolinaban alrededor, el rumor se transformó en un hecho confirmado: Los Beatles, que no habían actuado en vivo desde agosto de 1966, estaban tocando un concierto sin ser anunciado en la azotea de su oficina. Las multitudes se reunieron en los andamios, detrás de las ventanas, y en azoteas vecinas para observar a los cuatro hombres que habían revolucionado la cultura pop tocar otra vez. Pero eso que sólo el más pesimista entre ellos podría haber supuesto-que los Beatles mismos no podían decidir-era que ésta iba a ser su última actuación pública.
La idea para una tocada en vivo había llegado después de sus tortuosas sesiones para grabar The Beatles (popularmente conocido como el Álbum Blanco), en 1968. El grupo cuya cohesiva energía había creado Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band un año antes ahora estaba regresando a la suma de sus partes: cuatro músicos que tocaban como hombres de sesión, no colaboradores en las canciones de los otros. Paul McCartney, casi adicto a las actuaciones en vivo, sugirió que un concierto podría ayudar al grupo a reconectarse. Cuando los planes para tres conciertos en el Rounhouse en Londres en diciembre de 1968 se vinieron abajo, Paul, como de costumbre, se hizo cargo. Él planeó un concierto para mediados de enero y se arregló con unos camarógrafos para documentar sus ensayos.
Él había tomado el liderazgo del grupo desde la muerte por sobredosis de drogas de su representante, Brian Epstein, en agosto de 1967. Cuando John Lennon cayó en las drogas y en los brazos de su nueva novia, la artista conceptual Yoko Ono, dejó a Paul, de buena o mala gana, para dar una dirección a la banda. Y así, al comienzo del nuevo año, ordenó a los otros tres a empezar los ensayos para un álbum en vivo de nuevo material, con todo el ímpetu de un joven de 26 años con el mundo a sus pies tratando desesperadamente de mantener unida a una banda cuyos otros miembros se habían vuelto paralizantemente apáticos sobre su destino.
Para 1969 Paul era el único emocionado con ser un Beatle. Para el resto de la banda era empezar a sentirse como en una prisión. John odió el tener que refrenar sus impulsos vanguardistas para llenar el molde Beatle, y George Harrison, cuyas composiciones habían madurado tremendamente durante los últimos años, estaba cansado de ser tratado como un miembro menor al lado de la extremadamente exitosa sociedad Lennon-McCartney. Como John después dijo, "Paul nos quería mantener en el camino o hacer algo. Y como de costumbre George y yo íbamos, 'Oh, nosotros no queríamos hacerlo.' . . . Yo no daba nada." Ringo Starr, con una esposa y niños en casa y una prometedora carrera cinematográfica, le daba igual volver o no. Pero ninguno estaba ya emocionalmente listo para hacerlo bien.
Así que el 2 de enero de 1969, los cuatro se reunieron en los estudios de Twickenham, donde en otra vida, casi cinco años antes, habían filmado su primera película, A Hard Days Night. Cada uno parecía optimista al principio. George después dijo, "yo pensé, 'Muy bien, es el Nuevo Año, y tenemos nuevas ganas de a grabar.' "Desde que el grupo había dejado de hacer giras, en 1966, su obra en estudio se había vuelto legendaria, pero estaban fuera de forma para actuar en vivo. Aquí estaba una oportunidad para "Regresar", literalmente, a sus raíces de rock, sin la máscara y el velo de la hechicería del estudio. Pero al salir de su usual horario nocturno de grabación para el equipo de filmación y la incomodidad con el aun más pequeño grado de privacidad permitido por las cámaras, empezaron a pelear. El 6 de enero, cuando George se cansó de que Paul le dijera cómo tocar, tuvieron una pelea que sería inmortalizada en la película resultante. "Yo siempre te oigo incomódo", dijo Paul. "Mira, no estoy tratando de hacerlo. Yo sólo digo, 'Miren, ¿podemos hacerlo así? '" George replicó, "Mira, tocaré cualquier cosa que quieras que toque, o no tocaré en absoluto. Cualquier cosa que te complazca, yo lo haré."
Este incidente ha sido casi universalmente culpado del abndono de la banda por parte de George cuatro días después, pero la evidencia grabada implica que fue John, no Paul quien encolerizó a George en las horas que antecedieron a su renuncia. Gracias a las más de 200 horas de película y las canciones grabadas por el director estadounidense Michael Lindsay-Hogg, enero de 1969 es el mes más documentado de la carrera de los Beatles, y, como fue ilustrado por Doug Sulpy y Ray Schweighardt en "Get Back: the Unauthorized Chronicle of the Beatles' Let it Be Disaster", las cintas despejan algunos largamente sostenidos conceptos erróneos y proporcionan una fascinante visión hacia los estados de la mente de los Beatles.



Lo más estremecedor es la casi total falta de comunicación real de los cuatro. Como Sulpy y Schweighardt observan, "no es que las relaciones entre ellos estén detrioradas, es como si no hubiera ninguna relación entre ellos." Sumergido por la adicción a la heroína, John era remoto e inerte. Siempre que cualquiera intentara empezar una plática seria con él, bromeaba, o dejaba a Yoko hablar como su apoderada, o simplemente ignoraba el asunto totalmente. (Por mucho tiempo fue la moda, hasta establecer, culpar la separación de los Beatles a Yoko Ono. Ahora el péndulo ha girado de otra manera, y ella ha sido señalada como una representante para la petición de John por independendizarse. Como las cintas revelan, mientras no es culpable en primer grado tampoco es completamente inocente. No era sólo que ella parecía pegada al lado de John de una forma que parecía una cuña entre él y los otro tres, sino también que participó combativamente en las decisiones de grupo, a menudo supliendo a un malhumorado, silencioso John.) Finalmente hastiado, siguiendo a una discusión con John, George se fue el 10 de enero. En una reunión de la banda el 15 de enero, los otros lo persuadieron de regresar por lo menos hasta terminar el álbum por lo menos; el grupo también decidió abandonar Twickenham para ir a la atmósfera más cómoda de estudio en sus oficinas en Savile Row.
Ellos estaban mucho más contentos en sus nuevos terrenos, pero había quedado el problema de dónde y para quién montar el concierto en vivo. Ellos querían hacer algo nuevo y especial, pero ¿qué? En incontables tortuosas, enloquecedoramente indecisas conversaciones durante sus ensayos, los cuatro barajearon como posibles locaciones un anfiteatro en el desierto en Arabia, un transatlántico, el Parlamento, un hospital infantil, y un aeropuerto donde darían una serenata a los refugiados que llegaban de Biafra. Pero Ringo se negó a dejar el país, y George temió reavivar el circo de pesadilla de sus giras de mediados de los sesentas. Paul sugirió traspasar alguna parte, para dar emoción sobre cómo sería para el concierto el ser suspendido por la policía. Yoko sugirió que tocaran para 20,000 asientos vacíos. John comentó, "estoy ilusionado con la idea de un asilo." El espectáculo, originalmente arreglado para el 15 de enero y después el 20, se desechó después de que George se fue. Para el tiempo que la banda tenía su primer ensayo, con menos de dos semanas antes de que Ringo se fuera para empezar a filmar en la película de Peter Sellers The Magic Christian, habían decidido actuar en vivo para las cámaras en lugar que para el público. La azotea finalmente ganó un día antes del concierto, porque, como George explicó, "era más simple que ir a cualquier otra parte."
Y así, en un ventoso, gris día del final de enero, los Beatles cargaron sus instrumentos y amplificadores a cinco pisos para tocar entre los tejados y chimeneas de Savile Row. Hacía tanto frío que Ringo pidió prestado a su esposa el impermeable de plástico rojo de su esposa y John el abrigo de Yoko, y para cuando comenzaron su primer número, "Get back", sus narices se estaban poniendo rojas. Pero el frío, como la amargura de las semanas precedentes, dejó de importar una vez que la música inició. En ese momento, Paul lo estaba consiguiendo: Reunirlos para tocar juntos. Tan pronto como se habían conocido entre si, no importaba lo que estaba saliendo mal entre ellos o alrededor, la música los uniría. Incluso en la plenitud de su disgusto en Twickenham, todavía podrían compartir una jubilosa risa por una favorita melodía del ayer.
Ahora sus semanas de ensayos rendían fruto. Tocaron múltiples versiones de "Get Back," "Don't Let Me Down," "I've Got a Feeling," "The One After 909," y "Dig a Pony," acompañados por el tecladista Billy Preston. Paul, obviamente estremecido por tocar en vivo otra vez, cantó con renovada pasión, y John, George, y Ringo contribuyeron con entusiastas actuaciones. Después de ocho o nueve canciones, empezó a filtrarse su asistente, Mal Evans, diciendo que la policía estaba abajo en la calle, tratando de parar el espectáculo. "Nosotros dijimos, 'No pararemos, '" Paul explicó después. "Él dijo, 'La policía va a arrestarlos.'. . '¡Grandioso! Ése es un final: los Beatles atrapados en un concierto de Azotea.' " Ringo tenía similares esperanzas: "Yo quería que la policía me arrastrara. . . pateando los platillos de la batería y todo." Pero ¡ay!, como Paul contó, su excitante final no ocurriría. "Al final, el policía, Número 503 del Concilio Mayor de Westminster, hizo su entrada. '¡Tienen que parar! ' Nosotros dijimos, '¡Háganos parar! ¡Ésta es una demostración, hombre! ' Yo creí que bajarían el apagador, y ése sería el fin de la película."
Así que descendieron las escaleras a su mezquindad y conformismo de sus vidas regulares. Al día siguiente regresaron al estudio para grabar tres canciones que no eran apropiadas para la azotea por el pesado piano, "Let It Be" y "The Long and Winding Road" y la acústica "Two of Us", y después rápidamente se archivó el proyecto entero. Las fechas de lanzamiento del documental y el álbum fueron pospuestas, primero porque nadie estaba satisfecho con las mezclas de audio y después, en convertir la película de 16-mm a calidad de cine, en vez de televisión. Para el tiempo en que ambos salieron, en mayo de 1970, los Beatles se habían reunido ya por una última vez para grabar su mejor álbum de estudio, Abbey Road, y después ya se habían separado para bien. Cuando la película, Let it be, finalmente llegó a los cines, Paul dijo, "tenemos la separación de los Beatles en vez de lo que realmente queríamos."

Cuando el mundo más allá del distrito central de Londres finalmente pudo ver el último concierto de los Beatles, estaba con el conocimiento, a diferencia del original, público en vivo, que era el canto del cisne de la banda. En Abbey Road Paul había cantado grandiosamente sobre "el final", pero fueron las palabras finales de John las que hicieron el más digno epitafio para el grupo que había salido de la clase trabajadora de Liverpool para re escribir la historia del pop: "Me gustaría dar las gracias a nombre del grupo y nosotros, y espero que hayamos pasado la audición."

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